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MULTIFACÉTICO CÁTULO CASTILLO
19 DE OCTUBRE

Por Elena Luz González Bazán especial para Arte y Cultura

8 de diciembre del 2021 * 

Se llamó Ovidio Cátulo González Castillo, más conocido como Cátulo Castillo, nació el 6 de agosto de 1906 y fue una figura emblemática de la Ciudad. Prolífico y multifacético; se lo considera uno de los intelectuales más creativo y genuino de origen popular en la historia de Buenos Aires.

Su padre fue autor teatral de sainetes (“Entre bueyes no hay cornadas”, “Los dientes del perro”) y compositor (“Griseta”, con Delfino).
Fue, indudablemente, un autor precoz, a los 10 años compuso el tango “Canyengue” que interpretó la orquesta de Francisco Canaro.
Entre su prolífico trabajo está el de músico, de tal forma compone "Organito de la tarde", "Silbando", "Viejo Ciego", "Corazón de papel", "Aquella cantina de la ribera" y otros tangos y canciones.

En 1930 empieza a priorizar la escritura. Se destacan entre sus muchas composiciones, indisolubles de la identidad porteña esencialmente y la calidad de sus trabajos, entre ellos: “Tinta roja”, “El último café”, el vals “Caserón de tejas”, y “La última curda”. Además, “El aguacero”, “Acuarelita de arrabal”, “El circo se va”, “Corazón de papel”, “Aquella cantina de la ribera”, “Caminito del taller”, “a Homero”, “El patio de la morocha”, “Café de los Angelitos”, sus obras son incontables.
Desarrolló una intensa actividad como dirigente gremial, llegando a presidir la SADAIC -Sociedad Argentina de Autores, Intérpretes y Compositores- y la Comisión Nacional de Cultura.
Como gran estudioso que fue, logra, durante la década del treinta, una de las cátedras del Conservatorio Municipal Manuel de Falla, llegando a ser su director en el año 1950, hasta jubilarse del cargo..

CATULO Y EL DEPORTE

Siendo joven deportista, se destacó en el boxeo culminando con la conquista del torneo argentino y preseleccionado entre los “plumas” para las olimpíadas de Ámsterdam de 1924. Trabajó en periódicos como El Líder, El Nacional y Ultima Hora.

En cine se destacó como el compositor de canciones para las películas “Arrabalera” (1950) y “Vivir un instante” (1951).
Entre sus múltiples creaciones incursionó en teatro escribiendo un sainete.

Además de ser amantes de los animales, a los cuales los llamaba Juan o Domingo, era admirador del general Perón, dedicó su vida a estudiar y componer.

En 1974 es designado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires y como agradecimiento, Cátulo relata la siguiente fábula:

“El águila y el gusano llegaron a la cima de una montaña. 
El gusano se ufanaba de ello. 
El águila aclaró: ‘Vos llegaste trepando, yo volando’.
 ¿Pájaros o gusanos? -inquiría Cátulo- he aquí una pregunta clave”.

ALGUNAS DE SUS LETRAS

SE MUERE DE AMOR

Letra: Cátulo Castillo.  Música: Pedro Maffia. Compuesto en 1942.

Negro borrón de tus trenzas,
pálida luz de tu cara,
por cien caminos de ausencia
regresan tus voces
como una lejana eanción.
Yo te encerré en el recuerdo,
yo te trencé en la nostalgia,
y en una esquina del tiempo
te até a mi guitarra
con una oración.

Por el callejón dormido
no llegó tu cara blanca,
y en un rincón del olvido
mi llanto vencido
buscó la esperanza.
Noche oscura de tu pelo
que pintó mi espera larga.
Noche oscura de este sueño
que en una guitarra
se muere de amor.

Me llevarán detrás tuyo,
se encenderá la mañana
con un perfume de yuyo,
y en una guitarra
vendrá una lejana canción.
Podré tomar tu silencio
con estas manos heladas
y por las calles del viento
seré una nostalgia
buscándote a vos.

LA ULTIMA CURDA

Tango - Música: Aníbal Troilo; Letra: Cátulo Castillo. 1956

Lastima, bandoneón,
mi corazón
tu ronca maldición maleva...
Tu lágrima de ron
me lleva
hasta el hondo bajo fondo
donde el barro se subleva.
¡Ya sé, no me digas! ¡Tenés razón!
La vida es una herida absurda,
y es todo tan fugaz
que es una curda, ¡nada más!
mi confesión.

Contame tu condena,
decime tu fracaso,
¿no ves la pena
que me ha herido?
Y hablame simplemente
de aquel amor ausente
tras un retazo del olvido.
¡Ya sé que te lastimo!
¡Ya se que te hago daño
llorando mi sermón de vino!

Pero es el viejo amor
que tiembla, bandoneón,
y busca en el licor que aturde,
la curda que al final
termine la función
corriéndole un telón al corazón.
Un poco de recuerdo y sinsabor
gotea tu rezongo lerdo.
Marea tu licor y arrea
la tropilla de la zurda
al volcar la última curda.
Cerrame el ventanal
que quema el sol
su lento caracol de sueño,
¿no ves que vengo de un país
que está de olvido, siempre gris,
tras el alcohol?...

EL PATIO DE LA MOROCHA

Letra: Catulo Castillo. Música: Mariano Mores. 1951

Patio de la morocha que allá en el tiempo
tuvo frescor de sombras como el alero.
Sobre tu piso pobre ladrillos viejos,
junto a mi pecho triste sus ojos negros
diciendo adiós,
diciendo adiós ...

Con el recuerdo de este tango vuelvo a verla.
Con el recuerdo de este tango juguetón
que me habla de ella.
Tal vez el patio y el cedrón que me llamaba
y su carita de ilusión que se asomaba.
Y en el jirón de alguna
linda medialuna,
su cara bruna
que me miraba...

Feliz paisaje de vida
que duele como una herida.
Pobre retazo de sueño
que acaso no tenga dueño.
Si estaba el alma en pedazos,
cómo ingratos sus ojazos
cuanto más amor pidieron
se me fueron...

¡Muchacha criolla
del tiempo aquel!
Tango dulzón y orillero
que al corazón
le reprocha, cruel,
la ausencia de la morocha
y el viejo patio que quiero...

Sobre tu piso pobre,
ladrillos viejos.
Junto a mi pecho triste,
sus ojos negros
diciendo adiós,
diciendo adiós...

CAFÉ DE LOS ANGELITOS

Letra y música: Catulo Castillo y José Razzano. Año 1945

Yo te evoco, perdido en la vida,
y enredado en los hilos del humo,
frente a un grato recuerdo que fumo
y a esta negra porción de café.

¡Rivadavia y Rincón!... Vieja esquina
de la antigua amistad que regresa,
coqueteando su gris en la mesa que está
meditando en sus noches de ayer.

¡Café de los Angelitos!
¡Bar de Gabino y Cazón!
Yo te alegré con mis gritos
en los tiempos de Carlitos
por Rivadavia y Rincón.

¿Tras de qué sueños volaron?
¿En qué estrellas andarán?
Las voces que ayer llegaron
y pasaron, y callaron,
¿dónde están?
¿Por qué calle volverán?

Cuando llueven las noches su frio
vuelvo al mismo lugar del pasado,
y de nuevo se sienta a mi lado
Betinoti, templando la voz.

Y en el dulce rincón que era mío
su cansancio la vida bosteza,
porque nadie me llama a la mesa de ayer,
porque todo es ausencia y adiós.

El 19 de octubre del año siguiente, 1975, fallece, tenía 69 años.

* Primera versión en Villa Crespo Digital el 27 de octubre del 2015. Ampliada y corregida.

FUENTES: Calendario porteño, letras.com, cultura.gob.ar, otras fuentes y fuentes propias.

iMAGEN: cultura gob.ar

Caracteres: 6536

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